En la mañana de aquel sábado, me quedé acostado y con mala cara. Desde la noche de antes había estado pensando cómo quedarme con ellas, con mi suegra y con Pepa.
Así me lo monté:
- Me quedé acostado con la cámara de vídeo escondida
- No me levanté a desayunar, les conté que tenía dolor en el intestino.
- Al interesarse por mis molestias les dije que podía haber pasado que mi primo Marcos me hubiera pegado las lombrices, él había estado en marruecos y era casi verosimil.
- Las enredé diciendoles que mi padre en el colegio contaba que un sistema para sacarle las tenias a los niños en la postguerra. la tenia es un parásito del intestino que tiene cierto tamaño y mi padre (esto era cierto) contaba que ponían el niño colgado de los pies y un tazón de leche en el suelo a pocos centímetros de su boca, así la tenia saldría a alimentarse. Bueno un enredo mitad cierto mitad mentira.
- Con esa historia y mientras me quejaba de dolores y cusquilleo cerca en el recto, les dije que quizás era buena idea ponerme entre cachete y cachete pan tostado para que las lombrices al olor salieran a alimentarse.
- Sí, ya se que es increíble, pero las engañe y se lo tragaron.
- Cuando me trajeron el pan tostado, y lo puse en acción, viendo que no funcionaba, les pedí que en vez de pan me tostaran unos picos, me los trajeron y tampoco funcionó.
- Les pedí que volviéramos al pan, pero que además de tostarlo le pusieran un poquito de aceite de oliva de Carcabuey que por cierto es el mejor del mundo.
- Cuando me lo trajeron se lo rechacé porque no le habían echado del bueno bueno, sino del ordinario.
- Así que se volvieron las dos de nuevo a la cocina y me trajeron el pan tostado con su aceite del premio, que yo me escondía bajo el edredón poniéndome en pompa y quejándome.
- Cuando ya no sabía como seguir y aguantándome la risa, saqué la cámara y grave este vídeo
Aceite del premio para que salgan las lombrices.
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