E stas son algunas fotos de la obra que estamos a punto de terminar.
Fué mi hermana la que me metió en esto a mi y a mi amigo Juani "el melliso", ambos albañiles de pelotaso.
Resulta que hace un par de meses a mi hermana se le calentó la boca en una de esas fiestas a las que va y dio un presupuesto por lo bajo que quedarse con esta obra.
Montar más de 100 molinos de viento en Almería para Iberdrola.
Este es la vista del campo de molinos
Como había mucha pasta por medio, Juan y yo decidimos quedarnos con la obra. Juani dejó las eceitunas y se vino conmigo. Se trajo su paleta y su espuerta, cosa que ha ayudao bastante.
Las hemos pasado canutas , suerte que de la pintura se ha encargado Ecopintur.
Os contaré como ha ido todo.
Al ver las fotos que me ha ido haciendo Juani, los molinos son de tres pares de cojo_es.
Este es el pie de una de las torres
La obra comenzó haciendo los agujeros para la cimentacón: Hemos tenido que amolar la balandra más de 70 veces, hemos hemos más bujeros que cuando plantaron el Valle, o las viñas de Falcon Crest. Lo malo de los agujeros era sacar la espuerta fuera.
Una vez hecho el pozo, hacíamos las mezcla a dos y una, dos de tierra y una de cemento y algunas piedras para no gastar mucho en cemento. Levantamos las torres por pedazos, porque las primeras que montamos no había forma de ponerlas a plomo antes de que se nos cuajara la mezcla.
Hemos subido por las escaleras más veces que la Lina Morgan, y se nos han puesto los músculos de las patas como los del ChucNorris.
Lo más malo ha sido apretar las tuercas, porque la llave que nos llevamos era chica, y es que las tuercas de estos tornillos era más grande que la cabeza de un gato macho.
Suerte que los letreros de Iberdrola los pintaba Carlillos o el Zamo de Ecopintur. Aunque en las primeras las han pasado canutas desde las escaleras, hasta que nos dimos cuenta que era mejor pintar las letras a la cabeza, estando en el suelo antes de subirlas con la carrucha.
Esa es otra porque la carrucha se nos ha roto más de 7 veces , porque Juani las hacía con una rueda de bicicleta, hasta que le pusimos la de un carro viejo.
Hemos gastao más de mil pares de guantes por la mierda de la cuerda de la carrucha que era de esparto y rascaba más que una lima nueva.
Lo bonito de estos obrones es que si meas desde lo arto la meá te llega lo menos a un kilómetro. Y lo mano es que como te coja un remolino no hay manera de atornillar las aspas.
1 de junio de 2007
La mayor obra de ingeniería, por dos peones.
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